Organización de emergencia nacida en Judea y Samaria, salvando vidas de judíos y palestinos en el terreno

El 14 de febrero último, atendiendo a un árabe que sufrió un ataque cardíaco en Kiryat Arba

Este servicio de emergencia de los asentamientos,

conoce desde adentro la realidad de los ataques terroristas

“Hatzala leló Gvulot”, o sea “Rescate sin fronteras”, es el re- lativamente nuevo nombre de la organización de emergencia “Hatzala Yehuda VeShomron”, o sea “Rescate Judea y Sama- ria”, que tiene ahora también una división internacional y ha asistido en situaciones de catástrofes naturales fuera de Israel. Pero originalmente fue erigida como equipos de reac- ción rápida de urgencia ante los numerosos atentados su- fridos por la población judía de Judea y Samaria.

En las últimas semanas ha recrudecido seriamente la nada nueva amenaza del te- rrorismo contra la población israelí, en una serie de aten- tados de diversos tipos, tanto acuchillamientos como em- bestidas con automóviles en marcha y ataques con armas de fuego, especialmente en Je- rusalem y en Judea y Samaria.

Tal como planteamos en el editorial que se publica hoy

en esta edición, hay quienes relativizan los atentados o se muestran en parte compren- sivos respecto a los mismos, cuando los blancos son judíos residentes en asentamientos en Judea y Samaria, la zona comúnmente conocida como Cisjordania. Pero la discusión política sobre dicha zona, que es un hecho por cierto en el seno de la ciudadanía israelí, no significa en absoluto que los judíos que viven en ella sean blancos legítimos de ata- ques. Atacar civiles es terro- rismo, absolutamente siempre. Estén donde estén y voten al partido que voten, sea cual sea su línea política.

Quienes no tienen tiempo de abocarse a las discusiones po- líticas, son los voluntarios de la organización de emergencia “Hatzala leló Gvulot” , funda- da en el año 2000 en plena se- gunda intifada con el nombre antes mencionado, operando mayormente en Judea y Sa-

maria. Claro que no se hacen presentes solamente cuando hay atentados sino también, por ejemplo, en situaciones de accidentes de tránsito.

En aquellos tiempos, la po- blación local sentía que las ambulancias demoraban de- masiado en llegar y que la respuesta no era siempre con la celeridad necesaria. Se de- cidió capacitar como paramé- dicos a voluntarios de la zona. También las Fuerzas de Defen- sa de Israel ayudaron en ello. Aprendieron primeros auxi- lios, a manejar ambulancias, todo lo necesario.

Hoy en día tienen nume- rosos equipos, 1500 volunta- rios, ambulancias, motos que puedan llegar a lugares en los que las ambulancias se resba- lan. La enorme mayoría de los

participantes en este esfuerzo comunitario son residentes en los asentamientos. Sin embar- go, en los trabajos de emer- gencia en el resto de Israel y en el exterior, participan tam- bién ciudadanos israelíes de otros sitios, también volunta- rios árabes . Y cuando viajan al exterior, como lo han hecho por ejemplo tras el terremoto en México, capacitan a ha- bitantes locales en el trabajo para darles herramientas para ayudarse a sí mismo.

En Judea y Samaria, sin em- bargo, tienen que concentrar- se en la corrida diaria y últi- mamente constante contra los atentados.

Cabe destacar sin embargo que este servicio de rescate se hace presente siempre que se necesita salvar una vida, por lo cual atienden también a pa- lestinos.

Los incidentes violentos en Judea y Samaria

De acuerdo al resumen publicado por el ejército a fines del 2020, ese año se registaron 1500 casos de lanzamiento de piedras, rocas y botellas incendiarias, lo cual da un promedio de entre 4 y 5 ataques por día. En el 2020, además, hubo 31 casos de ataques con armas de fuego e Israel halló 530 armas y 530 cuchillos que iban a ser utilizados en ataques.

Pero en los dos últimos meses, en el Consejo YESHA, que representa a todos los asentamien- tos, recibieron reportes sobre 350 ataques con piedras y 50 con botellas incendiarias. Y esto es solamente lo que la gente informa, que es sabido no es en todos los casos. Hay quienes prefieren seguir de largo. El ritmo de los ataques, claro está, se ha multiplicado.

En primera persona

Natalie Sopinsky, Directora de Desarrollo y Vocero en in- glés de “Hatzala leló Gvulot”- aunque ella continúa recal- cando el nombre original que responde al lugar en el que fue creado, Judea y Samaria- llegó en el 2005 de Estados Unidos con su esposo y 2 de sus hijos (hoy tiene 5) a radicarse en Is- rael y fue a Sussia, en la zona aledaña a Hebron, considerada a menudo especialmente tensa. Ella, nos cuenta, ni sabía que se hallaba más allá de la así llama- da “línea verde”, o sea el límite entre el Israel soberano y Judea y Samaria.

“No vinimos aquí por una posición ideológica. Nos dije- ron que nos gustaría, que hay aire fresco, que la escuela es pe- queña y el barrio tranquilo. No sabía que habría soldados cui-dándonos”, cuenta Natalie. Busca- ba una zona tranquila, naturaleza, vida en comunidad y no en medio de la ciudad. Tiempo antes, duran- te un año en Tel Aviv tras el cual volvió a Filadelfia, se fue acercando a la religión. Y no entiende de qué hablan quienes presentan a la po- blación judía de los asentamientos- llamados comúnmente “colonos”- como violenta y extremista. Ella, que se ve obligada a andar armada cuando transita por los caminos de Judea y Samaria, procura no via- jar cuando no es imprescindible, consciente de que es , como el resto de la población judía de la zona, blanco potencial de los terroristas.

“Yo sé lo que vivimos diariamen- te. Y sé cómo nuestro servicio de emergencia presta constantemen- te ayuda también a palestinos en situaciones urgentes, ya que todos vivimos en la misma zona . Sería ridículo pensar que atendemos so- lamente a judíos”, sostiene un tanto sorprendida cuando preguntamos si el servicio atiende a todos.

“Hatzala Judea y Samaria” se hace presente siempre, cuando hay accidentes y cuando hay ataques y en los últimos tiempo, los aten- tados son los predominantes. “La verdad es que odio contarlo, me es- cucho a mi misma y me pregunto por qué. En todos lados hay zonas más peligrosas que otras. En Fila- delfia yo no podía ir sola al teatro, por el vecindario”.

Pero cerca de Hebron, es otro tipo de desafío.

“Todos tenemos coches blin- dados, con vidrios especiales, te- nemos que ir armados, estamos entrenados por cualquier eventua- lidad, somos muy conscientes de los peligros”, cuenta Natalia. “Yo viajo muy segura, no puedo dudar, voy rápido, no hay otra. Y quisiera no precisar el vidrio blindado”.

Preguntamos si estuvo alguna vez en medio de un atentado. Sí. Años atrás.”Fue en el 2012, yo es- taba manejando y vi de lejos fue- go en el camino, pensé que es una molestia que me demoraría un poco, y me detuve. Allí me percaté de que había árabes como los había visto en fotos en la revista Time, envueltos en la kefía, enmascara- dos, tirando piedras. Me vino un miedo que me moría, tenía gente conmigo en el auto. Pedí al joven que iba a mi lado que sostenga el volante y me dispuse a estar pronta para disparar si era necesario. Ma- nejé tan rápido que al parecer ellos pensaron que éramos palestinos, porque seguimos adelante .Y pudi-mos salir”.
En otras dos oportunidades le tiraron piedras-“rocas”, acla- ra- pero no alcanzó a sentir miedo porque no vio a los ata- cantes. “Una pegó atrás y otra en el techo del coche”. Y esto es rutina.

Podrá discutirse dentro de Israel qué fórmula debería apli- carse para resolver el conflicto con los palestinos, y hay quie- nes sostienen que ello debe incluir una retirada israelí de Judea y Samaria, en mayor o menor medida. Esta nota no es sobre esa discusión. Es sobre civiles que son blancos de aten- tados terroristas, una violación absoluta del Derecho Interna- cional.

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